Entrevista a José Gutiérrez, investigador del centro irlandés TEAGASC

Por Irene Viseras

José Gutiérrez es sociólogo y trabaja para el mantenimiento de las áreas rurales. Gutiérrez ha tenido experiencias en tres continentes: América del Sur, África y Europa. Sus trabajos han sido publicados en varias revistas de prestigio, como International Journal of Drug Policy, Studies in Conflict & Terrorism, Nations & Nationalism, entre otras. Actualmente, José Gutiérrez trabaja como investigador en un centro público de Irlanda, TEAGASC, centro que participa en un proyecto dentro de Programa Ploutos. Ploutos es un proyecto de innovación europeo sobre la innovación del comportamiento y la sostenibilidad en el sector agroalimentario, financiado a través del Programa Marco de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea. En Ploutos participan 33 socios europeos divididos en 11 proyectos piloto, entre los cuales hay una delegación en Mallorca formada por AnySolution, Agromallorca SAT y Cooperatives Agro-alimentàries Illes Balears. Gutiérrez ha visitado esta semana Mallorca.

              ¿Qué retos afronta la agricultura en Irlanda?

Los problemas que están afrontando los agricultores y ganaderos europeos tiene que ver con el aumento de las regulaciones relativas a la sostenibilidad de las explotaciones, el control de calidad…

En Irlanda, entre los agricultores hay un cierto malestar porque se les trata, desde los medios y desde un cierto discurso político, como el causante del cambio climático y de todos los problemas medioambientales. Pero los agricultores no encuentran los suficientes apoyos para reconocer su papel en el medio rural. La sociedad no se entiende que nuestra agricultura y ganadería tiene que ser también parte de la solución.

Esa falta de reconocimiento les duele, sobre todo cuando muchos agricultores están teniendo grandes dificultades. Por ejemplo, los agricultores no quieren ayudas, lo que quieren es que se les pague el precio real de su producto. Creo que estos problemas los encontramos en todas las explotaciones del ámbito europeo, pero en cada país y en cada sector del sistema agroalimentario se expresan de forma particular. Por eso es muy importante que nosotros identifiquemos las iniciativas locales para poder apreciar todo lo que hacen los agricultores y ganaderos para abordar la problemática del cambio climático. Hay que identificar el rol tan importante que tiene el sector agroalimentario para esta mejora medioambiental. No de la experiencia macro, sino a través de experiencias reales y concretas, que hay muchas.

–              ¿Cuál es su apreciación de la actividad agraria mallorquina?

Me ha llamado la atención que en Mallorca hay grandes experiencias muy desarrolladas para abordar la problemática del cambio climático. Es el caso e recuperación de aguas regeneradas en explotaciones de almendra en Camp Mallorquí S. Coop. La economía circular está muy implantada.

También hay experiencias en cuanto a biodiversidad, como por ejemplo el porc negre con el que se cubre un nicho en el mercado con la sobrasada mallorquina y a la vez se protege una biodiversidad de una raza única. Además, aquí no lo hacen con una porcicultura intensiva, sino que se hace a través de explotaciones extensivas, de una forma respetuosa y amigable con el Medio Ambiente. Tenemos que dejar de convertir al agricultor y ganadero en el culpable de los problemas de la sostenibilidad o del medioambiente. El conjunto de la sociedad debe invertir en las mejoras medioambientales porque eso es algo que beneficia a todos. Todos necesitamos aire limpio para respirar, agua pura para beber y comida sana para alimentarnos. El agricultor es el que nos puede garantizar todo esto. Por eso el respaldo al sector agroalimentario es responsabilidad de todos.

–              Por su experiencia en Ploutos, ¿hacia dónde cree usted que se dirige la innovación en la agricultura?

En la cooperativa Agrícola de Sant Bartomeu de Sóller que hemos visitado en nuestro viaje, la más antigua de España, que nació en 1899, pudimos aprender que se está volviendo a muchas prácticas antiguas que eran sostenibles.

Las explotaciones para que puedan ser sostenibles económicamente son gestionadas por menos mano de obra, y se hace necesario apoyarse en la tecnología para poder desarrollar la misma productividad con menos personal. Ahí, por ejemplo, AnySolution ha desarrollado algunas tecnologías de muchísima ayuda para contribuir a la digitalización sostenible del sector agroalimentario.

La tecnología va muy unida a la innovación. En Ploutos entendemos este concepto según tres aspectos:

– La innovación tecnológica que sirve para optimizar la utilización de recursos, para minimizar el impacto que las técnicas tienen sobre el medioambiente, también para optimizar el trabajo humano.

– La innovación de modificación de los sistemas organizativos, para mejorar la cooperación entre todos los actores implicados.

– La innovación de comportamiento, de las personas. Es decir, ya sabemos que existen modelos nuevos, pero si las personas no internalizan esta forma de trabajo no se llega a utilizar. Al final el ser humano es lo fundamental porque es lo que da sentido y toma la última decisión.

La innovación no es sólo abarca la utilización nuevas máquinas, sino hacer cosas nuevas o cosas que hemos hecho toda la vida, pero con una conciencia nueva y entendiendo el impacto. Se trata, a veces, de retomar ciertas prácticas que hacían nuestros abuelos, pero aplicándolas a la conciencia y técnica del siglo XXI.

              ¿Qué impacto puede tener la Estrategia de la Granja a la Mesa en los consumidores?

Hay una tendencia positiva a acortar la cadena de valor del sector alimentario. Es una tendencia que tiene que debe servir para dar un impulso a las cooperativas y a un consumo más local. Se tienen que dar una serie de cambios para favorecer la sostenibilidad. Hay que fomentar una mayor conciencia de la sociedad para consumir producto local, pero también hay que dar apoyo y respaldo público a la producción local. Hay que analizar también muy bien cómo hacer partícipe a los ciudadanos a que sean parte del cambio. Como cualquier cambio, toca hacer decisiones que a veces tienen impacto sobre mucha gente. Debemos entender bien cómo esos cambios a favor de la sostenibilidad medioambiental no se hacen a expensas de la dimensión social o la económica. Hay que buscar el equilibrio realista entre el pilar ambiental, económico y social, entendiendo que a veces uno prima sobre otros, por ejemplo, si consideramos la urgente importancia del cambio climático. Por eso, de lo que se trata es de entender los equilibrios y compromisos necesarios para garantizar ingresos dignos a los productores, condiciones laborales y sociales dignas, y un medio ambiente sano. Eso no es un equilibrio fácil, y ahí necesitamos de un diálogo entre todas las voces del sector agroalimentario.